Borrador: aun me acuerdo de ti

Una vez escuche que cuando una estrella muere, deja nacer a la otra con sus rastros que desprende mientras desvanece y que las estrellas cuando se extinguen brillan más que nunca, muchas estrellas que vemos brillar puede que se estén extinguiendo. Es como los pacientes de un hospital, cuando su estado es crítico y de un momento a otro todo pinta para bien, incluso podemos pensar que todo va a mejorar y salimos de la realidad pensando que todo va a marchar para bien, pero no lo hace. Es el último chispazo que da el cuerpo de adrenalina.
Y sé que no puedo comparar cosas tan grandes con algo como esto, no pretendo hacerlo, solo lo tomo como una referencia a lo que voy a decir.

Así como todo tiene un inicio, todo tiene un final que puede que no termine como a nosotros nos guste, incluso hay veces que nosotros no planeábamos terminar de escribir el libro, pero nada humano es eterno.

Y bueno, todo lo que llegue a sentir por ese chico llegó a su final, creo que esta amistad terminó desde hace mucho tiempo, pero hoy por fin lo asimilo.

Esa noche que me pediste que dejara de buscarte me hiciste sentir como si mi cuerpo se fuera haciendo líquido, sentí como si estuviera derritiéndome enfrente tuyo por tus palabras. Fue un dolor tan grande porque sabía que si te dejaba ir era como darme por vencido a recuperarte, pero si intentaba detenerte, entonces iba a darte más motivos para seguir a tu razón. No tiene caso pensar en un "hubiera" en el que te impido irte de mi lado porque no me diste opción a decir algo.

 Tomaste una decisión enorme por ambos y te llevaste la carga, te dejé hacerlo porque yo no hubiera podido hacerlo. Yo no hubiera pensado siquiera en desprenderme de un pedazo de mi alma y no porque fuera alguien dependiente a tí, más bien porque realmente quería permanecer contigo. Añoraba tanto la idea de seguir creciendo juntos como lo habíamos hecho hasta ahora que incluso tu propuesta de vivir juntos dejo de sonar como un sueño cuando nos sentamos a hablar del futuro y nos detuvimos a hacer planes siendo demasiado codiciosos al pensar que la realidad podía ser moldeable. 

Porque no, ahora entiendo que las cosas no suceden porque estuviera "destinado a ser" o porque "así estaba planeado". Las cosas pasan porque las personas tienen la voluntad y la seguridad suficiente para trabajar por aquello que quieren y es algo que nunca supimos hacer. Cada vez que yo daba forma a un trozo de nuestra historia y aseguraba el camino, tu miedo llegaba a derrumbarlo y trato de no juzgarte, creeme que intento ponerme en tu lugar y entenderte, pero a diferencia de ti, mi miedo nunca fue una excusa para lastimarte. Tampoco iré por ahí alegando ser la mejor persona porque no me considero de esa manera, siempre tuve en mente que las personas solo son eso; personas, e idealizarlas es condenarte a terminar decepcionado. También me equivoqué al forzar este sentimiento a ser mutuo.

No puedo definir como estoy respecto a todo lo que ha pasado desde que decidiste sacarme de tu vida. Al principio no sentí nada. No hubo tristeza o una chispa de decepción en mi, solo entendí que decidiste cortar la soga que te mantenía unido a mí y te deje ir, estuve presente cuando diste tu primer paso lejos y luego te contemple cuando seguiste caminando sin darte vuelta a verme. Cuando desapareciste de mi vista no llegaron a mi las emociones, es como si hubiera quedado vacío. Como si tuviera un agujero en mí. Es como si dentro de tus maletas hubieras tomado ese brillo que tanto me admirabas y te lo hubieras llevado. Yo solo estuve presente, pero no creo que hubiera estado consiente de lo que pasó. Al menos no lo estuve hasta que llegó la noche siguiente y tenía que escuchar las canciones que me ayudaban a dormir, aquellas que tú me habías regalado con todo tu cariño. Cuando llegaron a mis oídos, entonces di un golpe de realidad donde supe que jamás iba a volver a tener contacto contigo y entonces sentí como era tener un corazón roto. 

Cuando veía a mi amigo quejarse de perder a sus amistades solo me parecía absurdo pensar en eso, ¿por qué nos pondría triste dejar de saber de alguien? Somos consicentes que al amar, firmas un contrato de un dolor inmenso posterior. Es algo que va a pasar, todo lo que empieza acaba pero es algo que ignoramos hasta que la despedida llega. Entonces queremos volver al inicio un millón de veces solo para no tener que leer el epílogo, pero este es igual de abrupto que el inicio. 

Tú me hiciste vivir eso en carne propia. Te di todo de mí, te enseñé que mi cristal tenía grietas y que por las orillas estaba roto. Te llevé a mi hogar y te expliqué cada pequeño detalle que albergaba dentro y esperé a que pudieras entenderlo. Te escuché cuestionarme tantas veces que incluso yo mismo me perdí en el mapa y cuando te diste cuenta, fuiste demasiado dulce para tomarme de la mano y llevarme a un planeta diferente. Yo también examiné cada esquina de tu mundo, me percaté que la calles tenían baches y que si pisas en ciertos charcos, podrías hundirte. Nos conocimos bien el uno al otro, yo vi a través de ti a la persona que realmente eras así como tú aprendiste a leerme. 

Empecé a escuchar tu música no porque me gustara, ese artista que yo tanto detestaba empezó a ser dulce a mi gusto no por interés propio, sino porque sabía lo que significaba para tí. La música nos dice que tipo de persona somos y yo lo ví como una manera más de entenderte. Compartimos una canción que se volvió solo tuya y mía, se adueñó de nuestra historia. Plasmamos nuestro nombre en ella y mientas ambos dejamos nuestra marca en las notas, yo no podía quitar la mirada de tus ojos que con sus gestos me decían todo lo que pasaba por tu mente. 

Corrimos al abismo y cuando nos miramos el uno al otro, supimos que habíamos perdido la coordura porque ambos saltamos. Al estar conmigo, nada iba a pasarte porque no te permitiría caer. Al estar contigo, sabía que el mirador me mostraría un atardecer más cálido al pasar del tiempo. Te di la seguridad para percibirte como el príncipe que en realidad eres, la confianza de saber que incluso en los días malos iba a existir algo que nos hiciera sonreír. Tú me rodeaste de amor y me diste la compañía suficiente para enseñarme que incluso en nuestro tormento, hay alguien que nos ve como la persona más maravillosa. 

Fue un juego en el que yo corría detrás de tí entre los arbustos rasguñandome con tus dudas, con tu miedo a lastimarte, con tu caparazón para que cuando te alcanzará pudiera tener el jugo de tu cariño y consiguiera tu amor, tu paciencia, verte de una manera real. Un juego en el que tú te tropezabas con mis molestias, mis ganas de huir del dolor, mi miedo a sentirme reemplazado pero que cuando me atrapabas nunca faltaron los abrazos, mi cariño que a veces me asustaba que te ahogara pero en el que aprendiste a nadar y pedir más, mi apoyo incondicional. La meta de ambos era tan satisfactoria que nos daba la energía suficiente para decirnos <<voy por más>>. A media carrera te preguntabas si esto era lo que en realidad tu querías y si yo era la persona con la que lo querías, yo me cuestionaba si te llegarías a arrepentir pero seguíamos, siempre seguimos adelante hasta que se nos acabó la pista, llegó el momento decisivo y decidiste decirme adiós. 

 Me atrevo a pensar que tu cariño pudo ser real al principio, me doy la oportunidad de cuestionar mi juicio y pienso en que tal vez tuviste la intención de amarme pero que, con tantas dudas creíste que sería mejor volver a lo de antes solo que cuando te percataste, ya estabas a mitad del jardín. Habían tantas flores que te asustaste por pisarlas o arrancarlas, así que decidiste quedarte. No porque quisieras, sino porque no querías lastimar a nadie.

Ahora muchas cosas son difíciles, me acostumbré tanto a tu cariño que cuando despertaste y lo arrebataste, mi alrededor se sentía tan distante que me sentí fuera de mi hogar, todo me parecía ajeno, pero solo soy yo aprendiendo a vivir sin ti.

 En las noches mi única forma de dormir era escuchar nuestras canciones y en su momento fue tan lindo fundirnos en ellas que no pensé en que pasaría cuando nuestro final llegara, ahora cuando las escucho pienso en dos cosas. 

La primera es en lo mucho que vivimos y como las letras se ajustan a nuestras experiencias, cuando escucho nuestras canciones siento huellas de amor por lo que fuimos. 

Lo segundo que pienso, es en ti. No en lo que significabas para mí, pero sí en como eras como persona. Recuerdo cómo te dolía la lejanía de tu familia, recuerdo que te gustaban las películas de Disney, recuerdo como era tan fácil que cayeras enfermo, recuerdo tu miedo a no ser suficiente para tu familia, recuerdo que te asustaba ser un mal chico, recuerdo cómo te preocupabas por tus hermanos, aunque no fueran tan cercanos e incluso recuerdo como expresabas la calidez qué llegaba a tus sentidos cuando estabas con tu papá. Recuerdo al chico que a veces se dejaba ver en la penumbra y eso es lo que me hace sentir nostalgia. 

Esas partes de ti me hacen pensar que te extraño, hasta que el tercer pensamiento que llega a mí con nuestras canciones y pienso en como tú pudiste borrarme de tu libro y tener una edición en la que yo no existo. Una línea alternativa en la que no me crucé en tu camino y en la que nunca llegaste a necesitarme. Probablemente me equivoco y una vez más. estoy siendo muy duro sin pensar en cómo tú puedes estar lidiando con esto.

¿Cómo puedo pensar en ser amigos en otro universo si ni siquiera en este podemos serlo?

Me doy la oportunidad de pensar que simplemente lo de nosotros jamás iba a resultar bien, nuestros defectos y errores fueron más grandes que nuestra capacidad de continuar. No odio a la persona con la que ahora te veo, porque tengo la esperanza que con él seas feliz. Son sentimientos encontrados, porque odio este distanciamiento, pero también sé que ambos estamos mejor si seguimos nuestros propios caminos, quiero que te vaya bien y que seas feliz con la persona que te acompaña actualmente.

Siempre te enseñé a mantener la calidez dentro del invierno, pero él se encargó de que siempre vivieras en una jovial primavera. 

Él empezó a sentirse como un hogar para ti, un refugio que yo te ofrecí y que jamás fue cálido para ti. Mis manos no estuvieron destinadas a encajar con las tuyas. Curioso fue percatarme que cada curva de tu cuerpo es atraída como imán hacia él.

Y pensar que cada vez que te caíste y te sostuve jamás se comparará al hecho que él siempre fue consciente que la porcelana ante el impacto podría quebrarse. Yo siempre llevaba pegamento para arreglar cada grieta, pero el tapizó el planeta entero solo para evitar que su dulce chico jamás tuviera que vivir lo que significa caerse ante un abismo.

No te voy a mentir, sí se me ha cruzado por la mente que hubiera pasado si él no hubiera llegado a tu vida. Quisiera poder usar un traje decente, un perfume más caro y unas zapatillas pulcras para presentarme delante tuyo y obtener un solo minuto de tu atención, pero tú siempre fuiste consiente de mi brillo. Nunca fue lo que generó tu amor por mí. Solo dejaste de verme de esa forma y sé que sin importar cuanto intente volver a ser parte de tu panorama, yo ya no pertenezco a tu paisaje.

Gracias por todo lo que hiciste por mí, por cuidar de mí y cargarme cuando el camino empezó a agotarme. Hay muchas cosas que dijiste que se quedarán por siempre en mi memoria y que agradezco porque dijiste las palabras correctas en el momento que las necesitaba. 

Gracias por todo lo que me enseñaste, tuviste mucho que ver con la persona que soy hoy en día y es lógico hasta cierto punto porque tú fuiste un guía para mí desde hace tanto tiempo que puedo recordarte como el chico que a mis trece años me hacía estudiar y me regañaba por no dormir adecuadamente. Decías que, si seguía desvelándome hasta tarde entonces dejaría de crecer. Gran chiste hasta que a mis dieciséis años te reías por ser más alto que yo, por cierto. Recuerdo como cuando hacía bien mi tarea, iba a enseñártela y siempre me respondías con tu "bien hecho, peque" o también recuerdo que cuando terminaba desmotivándome te quedaste a mi lado para escucharme y darme tus abrazos que me hacían sentir como si pudieras conectar con quien yo era realmente. Estuviste cuando me gustó alguien por primera vez, estuviste cuando me sentía aislado de todos y me enseñaste a integrarme a mi alrededor aun si me asustaba hacerlo. Y cada vez que alguien me buscaba con malas intenciones, siempre interviniste. También me enseñaste a cómo defenderme, a no dejarme pisotear. Me hiciste sentir que tenía a alguien con quien podía depositar toda mi confianza.

Gracias por todo, bonito, por cada felicitación, pero también por cada abrazo que te atreviste a darme. Gracias por todos los consejos, porque muchos de ellos son mi filosofía de vida.


Mi sangre es tuya, tu sangre es mía. Hasta el fin del mundo o hasta que el presente se vuelva inexistente








Comentarios