Borrador: la hipótesis del miedo

Cuando iba en secundaria una maestra nos estaba hablando sobre el concepto de cada emoción y qué diferencia hay entre ellas y los sentimientos. Mencionó algo durante la clase que me dejó reflexionando unos minutos pero cuando terminó su hora, mi mente ya tenía otro foco de atención. Supongo que así son las cosas, no tomamos importancia hasta que pasamos por ello o hasta que necesitamos de esas palabras pero cuando llegamos a ese punto esos recuerdos, palabras o anuncios van perdiendo nitidez hasta que ni siquiera somos capaces de recordar un solo fragmento. 

Maestra, debí haberla escuchado. Sus palabras no debieron pasar en mí como un chorro de aceite, sin duda es una enseñanza que ahora añoro la falta de esta. Si pudiera, me sentaría de nuevo en esa silla y volvería a mirar esos ojos que  tanto entusiasmo compartían al enseñar. Sus clases eran tan amenas que no era difícil pasar una hora escuchando como hablaba, su pasión y amor por su trabajo se mostraba cada vez que daba espacio para una recapitulación y nunca faltaban estudiantes que quisieran hablar para dejar un comentario y resaltar algunas de las palabras que usted decía. Su clase era tan llevadera y espontánea que temo la probabilidad de que ni sentándome en ese mismo lugar a escucharla, podrá decir las mismas palabras porque su "monólogo" nunca salió de libros de texto, salía desde lo más profundo de sus pensamientos y de su experiencia. Razon por la que usted no solo era maestra por diplomado, era maestra de corazón. Maestra de la vida.

Así que le pregunto directamente y me atrevo a pedirle que busque dentro de su alma una respuesta que me dé un arma para enfrentar la vida, le pido que trate de aconsejarme, maestra, ¿cómo piensa que podemos lidiar con nuestro miedo? 

¿Qué es el miedo?

¿Cómo es que piensa que podemos controlarlo? 

¿Cómo detengo ese dolor de cabeza y ese mareo que entra cada vez que mi cuerpo me alerta de algo?

¿Cómo hago que desparezca? 

Ya hace años de esa clase y me he estresado tanto en recordar sus palabras que he construido las mías. He llegado a la conclusión que el miedo es un sentimiento de alerta que tenemos automáticamente activado cuando nuestro cerebro piensa que estamos en peligro. No creo que exista una manera de detener ese sentimiento y estoy seguro que sí es controlable pues algo que una vez escuché fue "tú dominas tus emociones, no ellas a tí" pero hasta el día de hoy, sigo sin poder encontrar un método exacto. Así que ante mis propias respuestas, encontré preguntas dentro de cada una de ellas.

Si el miedo es un sentimiento de alerta para prevenir peligros, ¿quiere decir que si siento miedo de esa persona que era mi hogar, ahora mi cerebro piensa que puedo llegar a ser lastimado de igual forma? Y para empezar, ¿qué es un peligro según mi cerebro? ¿Acaso lo es la muerte? Sería una absurdez tomando en cuenta la naturalidad con la que veo este concepto pues para mí no es más que dejar de existir y no le temo a hacerlo. ¿Entonces me aterra que pueda llegar a ser lastimado? ¿Le temo al dolor? ¿Mi miedo liga a la tristeza?

Si enfoco todas estas preguntas en algo que últimamente alberga mi mente... ¿qué pasa si le temo a una persona? Esa es la verdad, cuando ese rostro cruza por mi mente solo puedo sentir escalofríos y náuseas porque no solo le temo, él me aterra. Me horroriza al punto de inmovilizarme cuando pasa enfrente mío. Tengo la teoría que esas náuseas y sudor frío que presento cuando veo esos ojos que conozco tan bien, no es injustificado, ¿por qué temería de alguien sin tener razones? Me desvanezco ante él no por lo que pueda llegar a hacerme, si no por la idea de pensar que lo que ya me ha dañado pueda repetirse. Tal vez eso es lo que me genera el terror hacia él, los recuerdos, esos pequeños tatuajes que quedaron plasmados en mi alma; los cuales si llegara a removerlos entonces él podría dejar de vivir dentro de las pesadillas que me acompañan todas las noches, pero en mi subconsciente sé que él marcó un antes y un después ¿Cómo no hacerlo? Es como demoler un edificio para volverlo a construir, sería ingenuo pensar en que puede quedar igual que antes. Algo cambiará, con los años puede parecer imperceptible, pero esa marca y ese dolor tengo el presentimiento que va a existir por un largo tiempo. En mí depende que la herida sea profunda o solo algo superficial, es algo que trabajaré con el pasar de los años. 
 
¿Cómo borro las palabras? 

¿Y cómo se supone que olvide cada humillación, golpe bajo y decepciones? 

Llegué a la conclusión que no se borra. Que es algo con lo que se aprende a vivir y nos obliga a ser más fuertes. Una parte de mí lo acepta, pero la otra se enoja y está frustrada porque no para de preguntarse "¿por qué yo?, ¿por qué así?, ¿por qué no pudo ser de otra manera?" está dolida y hasta cierto punto, rota. Al mismo tiempo se siente desprotegida. Con ganas de correr a los brazos de un amigo, de una pareja, incluso a las patitas de una mascota para poder recuperar esa seguridad que le fue arrebatada vilmente porque de una manera extraña, piensa que solo así va a dejar de temer a la gente, que ese es el mejor remedio para esa herida. Quiere llorar como un niño pequeño y hacer una pataleta gritando lo injusto que fue toda esa situación, que él no lo merecía, no merecía esos tratos, esos golpes y esas heridas con las que ahora tiene que vivir. Pero su otra mitad, la que acepta la herida se acerca a él diciéndole que no puede buscar refugio en una persona, es una parte que desconfía ahora de todo el mundo, desconfía de la oscuridad que puedan tener y que su luz no sea más que cortinas tras bambalinas. Pero no solo es eso, también siente que está roto por dentro, que si alguna vez se atreve a contárselo a alguien y decir el miedo que tiene, cómo arde y duele, esa persona verá lo quebrado que está. Así que le cubre la boca al berrinchudo y le susurra al oído que los miedos, las heridas y las caídas solo los hacen más fuertes, que no necesita correr a buscar refugio con otra persona porque esas dos partes de mí, son lo único que necesitan. Que cada uno de los tropiezos, los vuelve más valientes. Así que aunque esas mitades tengan pensamientos tan disparatados, ambos llegan a la misma conclusión:

Sí podemos lidiar con el miedo, no es algo imposible. Es cuestión de ser valientes y tomar en cuenta que el dolor nunca va a durar para siempre y el que se queda, irá doliendo cada vez menos. Que en definitiva mi dolor está ligado a mi miedo y viceversa. 

Es bueno ser fuerte y valiente, pero a veces es duro tener que serlo.

Comentarios