Narración 1.

 Hay lazos que pueden llegar a ser muy intensos, tanto que podría dar lugar a pensar que pueden ser inquebrantables y vamos por la vida dando por seguro que siempre esa persona, mascota o incluso que ese objeto va a estar con nosotros, pero eso no es más que una vil mentira. No digo que sea imposible que alguien permanezca toda nuestra existencia a nuestro lado porque he escuchado casos en los que sí ha funcionado, lo que trato de decir es que muchas veces cuando damos algo por sentado nos olvidamos de que existe el riesgo de poder perderlo. La seguridad es un arma de doble filo. 

Pienso que por eso perderte fue como una apuñalada directo a mi alma, porque de todas las personas que me rodeaban a ninguna de ellas las consideré como algo fijo. Siempre fui consiente que mi entorno un día iba a desvanecerse justo frente a mis ojos. Mis padres un día morirían, mi hermana se casaría con su novio y mis amigos un día iban a tener intereses diferentes a los míos. Pero mi escenario mental era que mientras el tiempo volvía mi presente en memorias, tú estarías tomando mi mano iluminándome con esa sonrisa que enseñaba de más esos dientes frontales. 

Hoy puedo ver como tú también te conviertes en un recuerdo. De ahora en adelante vivirás en mi memoria y de ahí nunca podré sacarte. Las bromas que me acompañaron cuando tenía 16, jamás van a repetirse al igual que los abrazos de esa vez que me caí mientras aprendíamos a andar en bici. Esas muecas de fastidio cuando a los 17 no salíamos de biblioteca para prepararnos para la universidad cada vez perderán nitidez con el tiempo y esos suspiros que alguna vez me robaste tú al alterar mi corazón probablemente serán causados por alguien que llegará a mi vida o incluso puede que ya esté en ella. Ese nerviosismo al darme cuenta de que mi mejor amigo era mi enamorado siempre va a ser un buen sabor de boca, una dulce pizca de miel en un pan tostado. Así como una vez estuve seguro de que escucharía tu ronca voz todas las mañanas ahora la tengo en saber que algún día olvidaré esa voz que tarareaba canciones de los Beatles, un día olvidaré tu voz. En saber que los besos que me causen mariposas jamás volverán a ser los tuyos. 

Antes podía perderte y no era consiente, pero ahora lo soy al saber que nunca podré recuperarte por el simple hecho de que tú cuerpo no es más que cenizas dispersas por aquel árbol que estuvo para brindarnos sus sombras en esas tardes de verano que no éramos capaces de separar nuestras bocas, o que nos dio cobijo en esas noches lluviosas que tú insistías en pasar fuera de casa para conectar con la naturaleza. 

Parte de lo que me hizo pensar que siempre estarías para mí es que antes de tu partida, no tenía ningún recuerdo en el que no estuvieras ahí. Cuando se me cayó el colmillo estuviste ahí para besar mi mejilla y cuando me llegó el dinero a la mañana siguiente debajo de la almohada, tú estuviste ahí para tomarlo y correr a comprar una malteada de chocolate. Mi primera pelea estuviste sentado al lado mío llorando por haberme involucrado, recuerdo bien que no parabas de llorar repitiendo que no debimos robar ese peluche de la mochila del niño más grande del salón balbuceando que querías ir a casa, recuerdo como dejaste el llanto cuando viste que empezaron a caer lágrimas por mis mejillas e inmediatamente me abrazaste sin importar las veces que te empujé. 

Jamás pensé en un final a nosotros, supe que sería algo como la muerte, pero no pensé que tuviera que preocuparme al respecto. Después de todo, apenas teníamos 23 años. Nos quedaba toda una vida por delante, una que en un principio me vi adorándote en cada etapa y que con el pasar de los años, maduraríamos juntos. A los 40, nos veríamos a los ojos y al recordar todas nuestras aventuras de juventud, estallaríamos de risas. Así nos visualizaba. Una vida envejeciendo juntos, pero ahora solo me quedan vivir en un mundo sin ti. Pasar las décadas pensándote y decirme a mí mismo una y otra vez que sí eras un ángel y por eso tuviste una partida a tan corta edad.

El tiempo seguirá pasando, algún día llegaré a los 60, pero tú no. Tú siempre vas a ser el castaño de tez color nuez que siempre llenaba el silencio con sus risas. Permanecerás siendo un espíritu joven al que le encanta hacer enfadar a las demás personas.

Quiero pensar que algún día volveré a verte pero hasta entonces tengo que cuidar de mí. Cuida de tí, donde quiera que estés por favor cuida de tí. Eres tan rebelde que podrías causar millones de alborotos en el más allá. Ten cuidado, mi dulce ángel. Cuida de tí porque yo ya no puedo seguir haciéndolo. 

Por siempre tuyo, Alek. 



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